Casualidades de la vida, últimamente todo lo que me rodea me hace volver al pasado y no precisamente a hace unos meses, sino a mi niñez-juventud. Y no me está sentando del todo bien.
Dicen que mucho pasado es depresión y mucho futuro, ansiedad. Así que lo ideal es volver al presente.
El 'aquí y ahora' es lo que cuenta, es lo que te hace disfrutar de cada momento y de la vida.
Un poquito de pasado está bien, porque los recuerdos van nutriendo nuestra existencia, y un poquito de futuro igual, porque es donde proyectamos los sueños e ilusiones pero ¡punto pelota!. Lo importante, tiene que ser el 'hoy'.
Así que doy carpetazo (en lo que pueda) a mis 'años mozos' y vuelta a mis treinta y seis...uno arriba, uno abajo.
La mudanza fue algo caótica, como todas las mudanzas, pero lo conseguimos. Los operarios de la empresa, encantadores. Al final, cuando se referían a mis hijos al preguntarme la ubicación de las cosas, ya lo hacían utilizando los diminutivos con los que yo los llamo.
La verdad, es un trabajo duro. Lo hombres-mudanza son como máquinas y no se paran ante nada. Cuando aparecieron por la puerta para empezar el traslado, a mí todavía me quedaban algunas cosillas por embalar, o eso creía yo...¡Veinticinco cajas llenaron ellos por su cuenta y riesgo! Y les da igual mezclar libros con zapatos con cristalería...el caso es vaciar la casa y llenar el camión.
Lo peor de todo fue el aterrizaje en mi nuevo destino. Les dije que dejaran todas las cajas en el porche pensando en desembalar yo poco a poco...aunque me llevara dos semanas.
Además de los muebles, que son cosas grandes contantes y sonantes, los dos camiones iban llenos con mis 'nosecuantas' cajas perfectamente ordenadas y rotuladas con su correspondiente contenido más las veinticinco cajas 'embaladas por ellos' con todo mezclado.
Pero , pero, pero....cuando acabaron de bajar las cosas, los hombres-mudanza recibieron una llamada de la empresa comunicándoles que no me podían dejar sus arcones, todavía llenos, en mi nueva vivienda, pues los necesitaban para un trabajo a realizar al día siguiente.
¿Qué hacemos? -pensamos todos, ante la visión de un porche plagado de bultos imposibles de organizar en menos de quince días.
Pues nada...vaciar a toda castaña el contenido ordenado y rotulado por mí y colocarlo en cualquier sitio dentro de casa, y después llenar mis cajas de cartón vacías con el desordenado contenido de las cajas de la empresa para que no quedara todo tirado en el porche.
Al final de día, dieciocho años de mi vida estaban ciscados por todas partes sin orden ni concierto. Me acosté esa noche sin tener ni idea donde estaban mis lentillas ni el cargador de mi móvil....entre otras cosas de vital importancia. Y tardé dos días en encontrar mis pinturas...
Así que con gafas y la cara lavada, volví al día siguiente a mi antigua vivienda pues tenía que recoger la aspiradora y otros útiles de limpieza que había dejado a propósito para que se pudiera limpiar el piso después de mi 'operación salida'.
Bien. Pues mi horror fue comprobar que un altillo de la habitación de las niñas, se nos había olvidado a todos. Ya me ves, volviendo a cargar el coche con la aspiradora, el kit de limpieza, cuatro maletas, un cesto, una mochila y el colegio de Barriguitas (que sigue en el maletero ).
Me queda poco ya por ordenar y colocar, y espero en los próximos días empezar a hacer vida normal, o sea, desorganizadilla pero bajo control.
Y ese es mi presente. Por cierto, aquí tenéis siete actividades para ser feliz aquí y ahora , según artículo publicado ayer en El Confidencial. Hay para todos los gustos, así que a practicar las que os funcionen mejor.
Y ese es mi presente. Por cierto, aquí tenéis siete actividades para ser feliz aquí y ahora , según artículo publicado ayer en El Confidencial. Hay para todos los gustos, así que a practicar las que os funcionen mejor.