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sábado, 14 de junio de 2014

Los pollitos del Retiro (2ª parte)


Es que cuando alguien habla del Parque del Retiro de Madrid, lo primero que se me viene a la cabeza es aquella vez que adopté cinco pollitos...

Un domingo de invierno, durante mi época universitaria, unas cuantas amigas decidimos ir a  pasar la tarde al Retiro. Cuando estábamos paseando vimos a un señor con un improvisado chiringuito donde vendía pollitos de colores.

A ver...¿quién no ha tenido un pollito fucsia o color turquesa o verde fosforito? En mi casa hubo alguno aunque no recuerdo bien que fue de él.

Total que a mis amigas y a mí nos hizo mucha gracia aquello de los pollitos de colores y con una visión bastante a corto plazo de lo que íbamos a hacer, decidimos comprarnos uno cada una,  a razón de veinticinco pesetas el pollo.

Felices y contentas volvimos al Colegio Mayor. ¡Ah, pero llegó la noche! De repente ninguna sabíamos que hacer con los pollitos de colores. Nuestras habitaciones eran de cuatro metros cuadrados, mini baño con ducha y lavabo incluídos.

Como eran muy monos y pequeñitos, decidí que yo adoptaría los cinco pollitos. Ahora sé que lo único que se  modifica en  estos animales es el color. Por lo demás, son gallinas en potencia.

Busqué una caja de cartón a la que perforé los consiguientes agujeros por aquello de la respiración y los alojé en mi baño.

Como comen de todo,  basé su alimentación en galletas, algún vegetal que sacaba de escaqueo del comedor, algún trocito de apuntes en sucio y poco más. Nutridos estaban porque a los dos días ya habían crecido algo y su aspecto estaba cambiando de pollito...a pollo. Aquello se empezaba a poner feo.

Con extraordinaria rapidez, los animales empezaron  a perder sus llamativos colores y alguna que otra pluma, cada vez armaban más alboroto con sus 'pio, pio' y mi idea de dejarlos a ratitos pasear por la habitación para 'estirar las patas' empezó a ser desastrosa porque el que más y el que menos me dejaba 'un recuerdo' en el suelo.

Así cuando pasaba delante de mi habitación y me veía fregando el suelo a cuatro patas, la Hermana Carmelita que dirigía el cole me decía: '¡Muy bien María, como antiguamente!' y yo pensando 'Antiguamente...antiguamente...si tu supieras....'

Aquello de me iba de las manos pero tampoco se me ocurría que podía hacer. No era plan de salir en plena Avenida de Reina Victoria gritando: ¿Quién quiere unos polloooooos?

Ya no los sacaba de la caja de cartón, ni la caja la sacaba del baño. Temía que la directora los descubriese y me pusiese a mi y a los animales 'de patitas en la calle'.

Para empeorar las cosas, el pollo que crecía más lento, empezó a ser atacado por los otros. ¡Menudo lío! Cuatro pollastres medio desplumados, tiñosos, de cuyo vivo color ya no quedaba nada y aún encima con 'mala milk' arremetiendo contra un quinto e indefenso pollastre, y todos metidos en una caja en el canijo baño de mi canija habitación montando un buen  pollo (parece un trabalenguas).

El pobre animal excluido del grupo, enfermó. Estaba como postrado. Lo separé de los demás y lo instalé en una tina que tenía para lavar medias y calcetines. Mis escasos recursos médico-veterinarios consistieron en poner el flexo encima de la tina a modo de incubadora y así estudiaba yo aquella noche, compartiendo luz con el pollo malherido cuando de repente sin previo aviso entró nuestra querida directora en la habitación.

'¿Qué es eso María?, -preguntó señalando mi improvisado 'hospital'. '¡Un pollo!' -contesté yo bien alto. '¡Es que está enfermoooo! ¡lo puse ahí a calentarrrrr!' -mi preocupación era que no se hiciera el silencio,  porque a los pollastres del baño ya les había cambiado la voz y estaban montando una buena. Una cosa era tener un pollo...y otra tener ¡cinco!.

'¿¿¿Un polloooo???'-dijo ella mientras incrédula se acercaba a la tina (por defecto yo era para ella, una de las colegialas que siempre estaba haciendo alguna cosa rara) '¡¡¡UN POLLOOO!!!' exclamó cuando comprobó que no le mentía. '¡¡¡Pues era lo que nos faltaba...pollos en casa!!!'-clamó alzando las manos y mirando al cielo. '¡¡¡Mañana sin falta lo quiero fuera del colegio!!!' -ordenó. '¡Vale, vale, vale!'- decía yo mientras pensaba: -'Por favor que se vaya yaaaa...'.

Efectivamente se fue enseguida, como los 'pollitos', que tras reunión de urgencia con algunas compañeras del colegio, una se ofreció a soltarlos por la finca que sus padres tenían cerca de Madrid. Ese mismo fin de semana se llevó a los cuatro. El quinto no sobrevivió.

Desconozco porque algunos 'animales' hacen eso...cargarse al más débil.


2 comentarios:

  1. Criadora de pollos, jajajaj, yo.de jovenzuelo. Cogía lagartijas, y ahora tengo 2 canarios., una tortuga y un perro, bueno son.de mi hija pero como.es lo.normal.ella.los mete en casa y yo.los.cuido
    Y sobre porque los.animales.se cargan al.más.débil, fijate en el ser humano, somos peores, hacemos lo mismo y encima tenemos raciocinio

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  2. Por desgracia te tengo que dar la razón Rafa.
    Cuida a esos animales! :)

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