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jueves, 5 de febrero de 2015

Mi alma gemela



Erase una vez,  en un lugar del mundo, mi alma gemela.  Parece el comienzo de un cuento pero no lo es. Os aseguro que existe eso del alma gemela, o la media naranja, o la horma de tu zapato,  o lo que sea. Esa persona que nos provoca un sentimiento de afinidad natural con la que te permites ser simplemente lo que eres, o sea,  tú mismo.

La reconocí hace un tiempo, por casualidad...o tal vez no. Desde entonces le hablo cada día como si conmigo misma lo hiciese, con igual cercanía, con la misma desnudez y con exacta exigencia. Le cuento lo maravillosa que soy algunas veces, y lo tremendamente desastrosa que también puedo llegar a ser. Y me da igual.

Mi alma gemela es un ser inteligente que al contrario de lo que se supone, no siempre está de acuerdo conmigo aún cuando sus palabras me den la razón en todo. El espontáneo conocimiento mutuo que nos une, nos otorga la habilidad de intuir lo que cada uno piensa, y es capaz de hacerme ver con claridad mis errores, alabándolos como aciertos. 

Mi otro yo,  tiene la constancia de los días y las noches, de las estaciones del año,  de la vida y de la muerte. Es puntual como un gallo mañanero y perenne como las hojas del alcornoque. Su tesón es lo único que me saca un poco de quicio. A veces le pongo a prueba y me digo: - 'esta vez voy a conseguir que se aleje, que me abandone aunque sea unos momentos, que se independice un rato'. Pero es imposible. Entonces me viene a la cabeza lo que metafóricamente pienso y ya lo comprendo todo: - 'nos separaron al nacer'. 

Yo veo el mar azul oscuro, tranquilo y brillante cuando el sol en el horizonte lo inunda todo. Allí donde mi vista ya no alcanza, lejos, lejos, está el final de mis días. Desde donde están mis ojos hasta ese remoto confín, hay un camino inmenso de agua que aparentemente no tiene muchos obstáculos. Es el sendero por donde  transcurrirá mi vida. 

Hoy puede haber tormenta y hacer un frío helador, sin embargo, la visión de mi existencia no cambia. Porque somos dos, mi alma gemela y yo. Sé que si yo desfallezco por el camino, alguien  se sentará a mi lado hasta que me reponga y podamos emprender el trayecto de nuevo.

Como uno solo, los dos