Páginas

viernes, 2 de mayo de 2014

La vida estándar



Quiero decir tantas cosas que temo que esta primera entrada me salga un poco desorganizada, pero tampoco sería raro porque así soy yo, desorganizadilla por naturaleza, o por genética o por costumbre....Hoy estreno mi blog.

Es un proyecto personal que me lleva rondando desde hace tiempo,  pero que por poner demasiada atención en el continente, más que en el contenido, he ido postergando y postergando...hasta esta tarde.

La vida es así. Durante días, meses e incluso años forjamos sueños que no pasan de ahí. Llegamos a  convencernos de que nunca se cumplirán y que acompañaran nuestra existencia únicamente como vía de escape ocasional. Tengo un sueño,  o sea vivo. Pero si los sueños son persistentes, si nos hemos prometido a nosotros mismos llevarlos a cabo, si nos vemos capaces, si rumiamos constantemente como conseguirlos, un día te levantas y ¡zas!... ¡ahí está!... ¡lo estás haciendo!

Lo primero que te preguntas es: ¿pero por qué no lo he hecho antes? Pregunta que irá a parar al saco de los grandes enigmas  de la humanidad,  por supuesto. Yo tengo cantidades astronómicas de este tipo de preguntas que ya iré contando, hoy no.

El caso es que esta tarde, cuando conducía para recoger a mis hijos del colegio, lo vi claro. ¿Que eres? me preguntaba. El coche iba solo. Llevo haciendo ese trayecto diariamente desde hace 13 años y esto, junto con  mi habitual tendencia a la dispersión, hace  que a veces, me 'teletransporte', (cosa nada recomendable) es decir, salga de casa y llegue a mi destino sin ser consciente del camino recorrido. Insisto, al volante, mucha atención. El caso es que,   ensimismada en mis pensamientos y cuestionándome un montón de cosas de la vida y de mi vida, de repente me vino a la mente una frase...crucial.

Me sentí al mismo tiempo muy contenta y un poco triste. Parece una contradicción,  pero no lo es. Se puede estar feliz y triste a la vez. La alegría obviamente era por haber encontrado la idea. Estaba eufórica, deseando volver a casa para escribir. Tenía miedo que se me olvidara...otro de mis males. Lo olvido todo. Y la tristeza, bueno, si tengo que ser justa, no era tristeza como tal, era más bien una  lánguida resignación, esa sensación que te provoca reconocer que no estás por encima de la media pero que tampoco te importa mucho, porque estás a gusto en tu pellejo.

Pues ahí iba yo, emocionada, en mi pequeño y poco cuidado coche, pero con la ITV recién pasada con nota (ya os contaré cosas de la ITV...),  cuando recordé que tenía que ir al súper. Desconecto el 'teletransporte' por los pelos, casi me paso el desvío a Mercadona y ¡hala! ¡a hacer la compra!

A pesar de llevar todas mis necesidades alimenticias y de limpieza perfectamente apuntadas en una improvisada lista, al final como siempre,  ni compré todo lo que necesitaba ni necesitaba todo lo que compré. ¿Por qué mi lista de la compra y mi carro nunca se ponen de acuerdo? Ella es ahorradora, disciplinada y está muy concienciada con la salud, la dieta mediterránea, la pirámide nutricional y todas esas cosas. Pero él es insaciable, goloso, vago y un despilfarrador.

Reanudé mi viaje, ya estaba cerca de los coles y a los pocos minutos estaba recogiendo a mi hijo mayor. Hijo mío....,  y de la tecnología,  claro. No porque hubiera tenido dificultades para quedarme embarazada, ¡qué va!,  simplemente porque este chico no trajo una barra de pan, no. Este vino con las Google Glass puestas...Que pasmosa facilidad para la informática, que prodigio de las aplicaciones móviles, que portento de la World Wide Web...

Como la diferencia generacional  y  el ejercicio de nuestros diferentes roles, madre e hijo no son suficientes, tenemos la tecnología para meter el dedo en la llaga....Mi hijo me sitúa en el Paleolítico. Y no en el Superior, o Medio, directamente en el inicio del Inferior, o sea 2,5 millones de años AP (antes del presente).

Total que necesitaba su ayuda. La tecnología blogger se me escapa. A mí dame una hoja de Word en blanco y me apaño,  lo malo es que luego,  no sé qué hacer con ella aparte de guardarla en una carpeta del caótico escritorio de mi ordenador “a pedales”. Que conste, que tengo un portátil nuevo, gama barata pero mucho más moderno. ¿Y por qué no lo estoy usando? Pues porque  Windows 8 está 'guay del Paraguay’...pero no me obedece, y además me estresa. Espero escribir la segunda entrada de mi blog, o la tercera, bueno...o alguna, en mi superportátil pero por ahora, lo tengo castigado hasta que se convenza de que la que manda en casa soy yo.

¿Dónde estaba? ...¡ah! Le iba a pedir a mi hijo que me diseñara un blog. No sabía cómo encarar el tema. Las peticiones de mamá siempre son “raras” y nunca urgentes. 'Haz la cama', 'ordena tu cuarto', '¿te importa bajar a la tienda que no tengo arroz y estoy haciendo una paeeella?', '¡hijooooo, mata ese bicho que tu hermana tiene pánicoooo! (disimulando que la  del pánico soy yo, claro)....Pues nada, nunca resulto convincente. Así,  que para evitar que el bicho se reproduzca y se me instale en casa con toda su familia,  antes de que mi hijo decida acudir en mi ayuda, termino arreándole yo un escobazo, con los consiguientes gritos y saltitos, esos movimientos de pies para arriba y para abajo que hacemos las mujeres ante la cercana presencia de un insecto sospechoso,  aunque este muerto y  'remuerto'. No sé... ¡siempre queda  posibilidad de que resucite y te suba por las piernas!

¿Pongo voz autoritaria? o ¿se lo pido tristemente a ver si le doy pena?.... pensaba yo cuando mi hijo subió al coche. Esperé a que me contara que tal su día en el cole y cuando terminó de hablar, no recuerdo que tono utilicé (para usarlo siempre, digo) le espeté: - 'Hijo, hoy me tienes que hacer un favor: quiero que me hagas un blog'. Me miró y tardó unos segundos en contestar, que a mí me parecieron años. - ¡Vale! - me dijo. - ¿Vale? - pensé yo...eso significa si,  o por lo menos...no significa no. - ¿Y cómo se va a llamar? me preguntó. - 'La vida estándar',  - le contesté. -  'Bien',  - añadió él'.   -'Increíble' - pensé yo.

Por supuesto, comenzar una conversación profunda conmigo para saber por qué había elegido ese nombre, ya era demasiado para ese día, así que sin más preguntas,  cuando llegamos a casa me hizo un blog, bueno, más bien 'un  espacio',  donde publicar mis post que no son otra cosa que la salida a la necesidad que tengo de escribir. Me encanta contar historias, mías y de otros (tranquilos amigos y conocidos). Me parecen alucinantes casi todas las cosas que nos pasan cada día. En términos generales me gusta mi vida, y también me atrae la de los demás, no por curiosidad o cotilleo, simplemente por su contenido en sucesos, anécdotas, aventuras, sentimientos, experiencias, afectos, sensaciones, interrogantes...vivencias en definitiva. Todos tenemos algo que contar.

Lo de La vida estándar no tiene más explicación que considerar que tanto yo como mis circunstancias, obedecen a una existencia normal, como decía antes, ni por encima ni por debajo de la media, que ya es bastante por cierto. Y que siendo madre me haga bloguera, eso ya es el colmo de lo corriente, vaya. Pero descubrirlo, ha sido genial.


1 comentario: